Políticos, sindicalistas y periodistas estamos desacreditados. Bien es cierto que pagan justos por pecadores. Pero no es menos falso que el silencio corporativo nos hace cómplices.
Los políticos, por no reconocer lo que saben, silenciar lo que les perjudica y tergiversar lo que les conviene.
Los sindicalistas por olvidar lo esencial de su función constitucional, perder el tiempo en minucias y ser ineficaces.
Los periodistas por no tener criterio fijo, obedecer consignas y dar informaciones contradictorias sin fruncir el ceño.
Los tres obedecen a sus superiores, es cierto, porque en su salario hay una claúsula que impone el principio de jerarquía (también conocido como "el que paga, manda"), pero es triste, muy triste que la independencia apenas exista.
Arbolcom.
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