miércoles, 15 de agosto de 2012

Si bebes, ni conduzcas ni torees.

(Un chaval de 16 años muere atropellado y aplastado por un toro en un encierro popular. Los políticos de turno plantean prohibir la participación de menores de 16 años en ese tipo de festejos).

Y digo yo: Si el muerto hubiera tenido 34 años... ¿ponemos los 35 como tope para corretear los toritos en el albero?
Estos políticos de poco trapío no comprenden que la vida es riesgo, ni que, pongas la edad que pongas, siempre morirá uno al que le sobra el alcohol ingerido antes de hacer el quiebro, el que está demasiado gordo o el que no distingue cuál es el cuerno que el vacuno maneja mejor que el otro.
Así será. Pongas la edad que pongas, habrá muertos. Habrá muertos de todas las edades pero todos los cadáveres tendrán unas características comunes: los unos demasiados etílicos, los más con poco seso, y casi todos con desconocimiento absoluto del arte de cúchares.
Ahora que el chaval éste ha muerto, aseguro que no ha sido por culpa de su edad, sino por no estar en condiciones de enfrentarse al morlaco. Un matador de alternativa cuyo nombre no recuerdo decía que todas las "cornás" eran por despistes del torero, pues el animal es el único que siempre se presenta en la plaza como Dios manda, en forma, sin drogas, preparado para luchar, y lleno de fuerza. Son estos espontáneos que ni siquiera saben hacer un quiebro los que se ponen en un terreno que no deben pisar, nunca mejor dicho.

Arbolcom.

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